El agresor había sido detenido seis veces en solo ocho meses, y estaba libre al momento del ataque.
A las 7:20 de la mañana, el barrio de Parque Chacabuco se sacudió con una escena tan fugaz como letal: un conductor herido de muerte, una mujer que esperaba el colectivo, y un auto que, fuera de control, selló el destino de ambos. Todo comenzó en Castañares y Corea, cuando un piedrazo obligó al conductor a detenerse. Bajó del vehículo y discutió con dos hombres. Minutos después, una puñalada al pecho lo obligaba a tomar una última y trágica decisión: huir.
Con el corazón colapsando y su pareja al lado, el hombre logró llegar a la intersección de Avenida Cobos y Puán. Allí se desvaneció al volante, embistiendo a una mujer que aguardaba el colectivo 133. La arrastró cerca de quince metros antes de estrellarse contra la persiana cerrada de una panadería. Las sirenas del SAME llegaron cuando ya no había más que confirmar: ambos estaban muertos.

El atacante, Matías Pérez, de 27 años, fue detenido minutos después por personal de la Comisaría 7°B. En su historial: robos, armas no convencionales y una puerta giratoria judicial que lo había liberado apenas 48 horas después de su última detención, en marzo. Desde agosto del año pasado, sumaba seis arrestos y ninguna condena firme.


La tragedia volvió a encender el debate sobre la reincidencia y la inacción de la justicia. “¿Cómo le explico a la familia de Alcira lo que pasó?”, se preguntó el secretario de Seguridad porteño, señalando que el imputado había sido arrestado dos veces en el último mes. Mientras tanto, la única testigo directa del horror —la esposa del conductor— permanece internada, con heridas leves pero atrapada en el trauma de lo irreparable.