En el ámbito educativo, un profesor de folclore de 48 años ha sido condenado a un año de prisión condicional tras ser hallado culpable de grooming. La sentencia fue dictada en un juicio abreviado por el juez Ángel Amadeo Longarte, miembro de la Sala 11 del Tribunal de Juicio.
El caso comenzó cuando el padre de una alumna denunció al docente. La menor había recibido un mensaje del profesor a través de WhatsApp. En el mensaje, el profesor elogiaba la presentación de la joven y sus compañeros, destacando que ella se veía «muy linda» con el traje. Sin embargo, el mensaje también incluía detalles personales del profesor, quien mencionaba estar en su cama, con el ventilador encendido y semi desnudo debido al calor. El mensaje culminaba con una propuesta de ser “amigos con derecho”.
El tribunal dictó una sentencia que incluye, además de la prisión condicional, varias medidas de conducta: el condenado deberá fijar residencia, someterse al cuidado de un patronato, abstenerse de acercarse y comunicarse con la víctima por cualquier medio, y realizar un tratamiento psicológico durante dos años.
En la corte, la historia de un profesor que buscaba mantener una relación «privilegiada» con su alumna revela más que un simple caso de abuso: expone la delgada línea entre el poder y la vulnerabilidad, el profesionalismo y la predación. Así, en el horizonte de esta novela judicial, la lección que se aprende es clara: el respeto y la ética deben prevalecer, y las violaciones a estos principios conllevan consecuencias que trascienden el aula