El suelo de Miami y Nueva York se ha convertido en una improvisada sala de espera para más de mil argentinos que, entre la desesperación y el desconcierto, buscan una salida de su actual pesadilla. American Airlines, la gigante del cielo que prometió unir continentes, ha dejado varados a sus pasajeros, atrapados en un vórtice de cancelaciones y reprogramaciones que parecen no tener fin.
Desde el viernes hasta hoy, la sincronía de los vuelos que debían llevar a estos viajeros de vuelta a Buenos Aires se ha desmoronado en pedazos. El vuelo 907, que debía partir desde Miami para aterrizar en Ezeiza el sábado a las 8 de la mañana, se sumó a la larga lista de vuelos cancelados. Su hermano, el vuelo 953, con destino desde Nueva York a Buenos Aires, también se estrelló en el caos de la cancelación. Y no se detiene allí: hoy, domingo, el AA900, con destino a Miami; el AA954, a Nueva York; y el AA908, nuevamente a Miami, quedaron en el limbo sin despegar, dejando a los viajeros en un desamparo que no hace más que crecer.
El misterio tras las cancelaciones ha alimentado la frustración entre los afectados. Los pasillos del aeropuerto se han transformado en una escena de incertidumbre, donde los turistas acusan a la aerolínea de falta de transparencia. Mientras tanto, American Airlines atribuye el descalabro a “una serie de circunstancias convergentes”: desperfectos técnicos y condiciones climáticas adversas en Miami, y problemas meteorológicos en Nueva York. La explicación, aunque técnica, parece insuficiente ante el torbellino de emociones que viven los pasajeros.
Fernando Burlando, el abogado y figura pública, se ha convertido en el portavoz de la indignación. Junto a su esposa Bárbara Franco y su hija Sarah, ha experimentado en carne propia el fiasco de la aerolínea. “Hace dos días que intentamos volver a Buenos Aires”, clama Burlando en redes sociales. “Esto es un escándalo. Hay gente con ataques de pánico y ansiedad. American Airlines no está a la altura de las circunstancias.”
Bárbara Franco, con su bebé en brazos, se une al clamor en sus historias de Instagram. “Es la segunda vez que nos hacen esto. No puedo creer que esto esté pasando”, lamenta, mientras muestra a su hija dormida en un aeropuerto que parece más una prisión que un punto de partida.
En el epicentro de esta tormenta, algunos pasajeros han optado por refugiarse en hoteles cercanos, otros permanecen en el aeropuerto en una espera incierta, y algunos han decidido cambiar de aerolínea, aunque enfrentan el dilema de la devolución de su equipaje.
Los mensajes en la aplicación de American Airlines ofrecen opciones de cambio de vuelo, pero con disponibilidad solo a partir del domingo 12, lo que deja a muchos sin una respuesta concreta en un panorama que parece no tener fin. Entre el desgaste físico y emocional, la esperanza de un retorno digno se desvanece con cada hora que pasa.
