En una entrevista reciente en Radio Con Vos, Lourdes Arrieta, diputada por Mendoza, confirmó que no abandonará su cargo a pesar de la controversia en torno a los chats que revelaron un plan para liberar a genocidas. Arrieta, que ha sido objeto de críticas y presión dentro de su partido, La Libertad Avanza (LLA), aseguró que enfrentará cualquier intento de destitución con «la frente en alto», argumentando que está defendiendo la verdad.

Acusaciones de conspiración
Arrieta intentó distanciar al presidente Javier Milei de la polémica visita de legisladores de LLA al Penal de Ezeiza, donde se encontraban condenados por delitos de lesa humanidad. Aseguró que Milei no estaba involucrado en la organización de la visita y sugirió que hay intentos internos de desestabilizar su gobierno. Aunque evitó nombrar a los presuntos responsables, la diputada aludió a una serie de «movimientos y conspiraciones» que estarían operando desde dentro del gobierno.
Conflictos internos en LLA
La diputada también expresó su descontento con la gestión interna del bloque libertario. Reveló que durante una reunión reciente en el Congreso, el presidente de la Cámara, Martín Menem, la menospreció y utilizó un lenguaje despectivo. Arrieta criticó la falta de apoyo durante una crisis personal y denunció que, a pesar de las tensiones, algunos miembros del bloque están pidiendo su expulsión.
Visita a genocidas y su contexto
Arrieta defendió su participación en la visita al Penal de Ezeiza, describiéndola como una actividad institucional destinada a evaluar las condiciones de los internos. Reiteró que su intención no era visitar a detenidos por crímenes de lesa humanidad y manifestó su sorpresa al descubrir que entre los prisioneros se encontraban figuras como Alfredo Astiz. La diputada destacó que, en las comunicaciones previas, los presos eran descritos de manera ambigua, sin referencia explícita a sus crímenes.
Críticas a la estructura de poder en LLA
Finalmente, Arrieta abordó la dinámica de poder dentro de LLA, denunciando un «totalitarismo» que, según ella, restringe la libertad de expresión dentro del bloque. Afirmó que la presión por la «obediencia ciega» y la violencia ante cualquier disidencia son características predominantes, particularmente hacia las mujeres. También desestimó las acusaciones de que la mesa chica del Presidente tiene un control absoluto sobre el Congreso, cuestionando la actitud de ciertos funcionarios y legisladores que, según ella, desmerecen el trabajo de los demás.