El acuerdo, mediado por Estados Unidos, Egipto y Qatar, promete la liberación de rehenes, pero la paz sigue siendo incierta.
Tras más de un año de enfrentamientos, Israel y Hamas firmaron un acuerdo de alto el fuego el 15 de enero, gracias a la presión de Donald Trump, quien asumirá la presidencia de Estados Unidos en pocos días. El acuerdo se basó en una propuesta inicial de la administración de Joe Biden, pero fue la intervención directa de Trump la que permitió la negociación final, tras meses de mediación.

El pacto contempla una primera fase de seis semanas, en la que Hamas liberará a 33 de los 98 rehenes israelíes a cambio de la liberación de cientos de prisioneros palestinos. Sin embargo, la paz total aún parece distante. Mientras Hamas se divide entre sus líderes exiliados y los comandantes de Gaza, Israel exige garantías de seguridad que aún no se han acordado.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aún debe llevar el acuerdo a su gabinete, donde enfrenta la resistencia de los sectores más radicales de su coalición. A pesar de las promesas de Trump, algunos dentro del gobierno israelí continúan insistiendo en que la guerra no ha terminado, mientras la situación sigue siendo volátil y abierta a nuevos riesgos.