En su primer día de gobierno, el presidente de Estados Unidos revirtió decisiones clave de la administración Biden y reforzó su agenda nacionalista.
Donald Trump no perdió tiempo en su regreso a la Casa Blanca. Apenas asumió la presidencia, firmó una serie de órdenes ejecutivas que marcaron un claro giro hacia su agenda política. Entre los primeros actos, destituyó casi 80 de los decretos de Joe Biden, implementó políticas contra la inmigración y retiró al país de acuerdos internacionales clave, como el Acuerdo de París y la Organización Mundial de la Salud.

En un escenario cargado de simbolismo, Trump también intensificó su discurso contra las políticas progresistas, particularmente en temas de diversidad e inclusión. Ordenó el fin de las regulaciones medioambientales de Biden, además de revocar las políticas de trabajo remoto en la administración pública, exigiendo el retorno a la presencialidad de los empleados federales.
Con un enfoque claramente nacionalista, Trump declaró una «emergencia nacional» en la frontera con México, lo que le permitió movilizar al ejército para combatir la inmigración ilegal y restablecer sus políticas migratorias más controvertidas. Además, persiguió la eliminación de las protecciones a las personas transgénero en las prisiones y en la administración pública, en una clara muestra de su guerra cultural.
