La noche del 4 de agosto en Salta fue testigo de un luto implacable, con tres vidas arrebatadas en un lapso de apenas tres horas. La crónica de la tragedia se desplegó como un siniestro guion que se desarrolló en la capital, Orán y Las Lajitas, donde los ecos de la muerte resonaron con la fuerza de un relámpago en la oscuridad.
Caída al Vacío en la Ciudad Capital
Era la madrugada cuando la primera escena del desastre se instaló en la intersección de la avenida Arenales y la calle Martín Cornejo. Un motociclista de edad avanzada, impulsado por la velocidad y la imprudencia, perdió el control de su vehículo y, tras chocar contra el cordón de la calle, se precipitó en un pozo de desagüe. La escena, tan brutal como el impacto mismo, dejó a su acompañante con heridas severas, mientras él sucumbía en el lugar.
En un rincón de la madrugada, el casco de protección no era más que un accesorio ausente en la tragedia. Aunque la investigación aún no revela el estado de embriaguez del motociclista, la ausencia de casco y el exceso de velocidad pintan un cuadro sombrío que la Dirección General de Seguridad Vial ha tratado de prevenir sin mucho éxito.
La Fuga Imprudente en Orán
El reloj avanzaba hacia las tres de la mañana cuando el caos se trasladó a San Ramón de la Nueva Orán. Un automovilista en estado de ebriedad, con 3,27 grados de alcohol por litro de sangre, embestía a un motociclista en la intersección de las calles 9 de Julio y Esquiú. El impacto fue fatal y el conductor del automóvil, tras el acto de su propia locura, decidió huir como un fugitivo de su propia imprudencia.
El hombre sobre la moto no tuvo oportunidad alguna. Las huellas de la tragedia fueron recogidas por la policía, quienes, junto con peritos de Criminalística, no tardaron en identificar al responsable del siniestro. La fuga fue breve, pero el daño ya estaba hecho.
Picadas y Destino Trágico en Las Lajitas
Mientras el amanecer se acercaba, la ruta provincial 5 en Las Lajitas se transformó en el escenario de una carrera mortal. Al menos 12 motocicletas competían en un frenético ballet de velocidad, cuando una maniobra errática provocó un choque devastador. La escena se desplegó en un escenario donde la velocidad y la falta de control se convirtieron en sinónimos de muerte.
Un joven, tendido en el suelo tras la colisión, fue asistido rápidamente por los servicios de emergencia, pero la vida se le escapó antes de llegar al hospital local. Otro joven, involucrado en el accidente, fue trasladado en estado crítico y su situación sigue siendo incierta.
En las horas que siguieron, el Sistema de Emergencias 911 recibió un torrente de llamadas que pintaban un cuadro de caos vial desbocado, donde la velocidad y la imprudencia cobraron el precio más alto. El desdén por las normas y la falta de cultura vial se mostraron en toda su cruda realidad, en una noche que Salta no olvidará fácilmente.
