En una emotiva conversación, Oscar Ramasco, padre de Lautaro, compartió su dolor y desesperación por la muerte de su hijo, presuntamente a manos del periodista Gustavo Vaccarella. En esta entrevista exclusiva para Branch, Oscar relata las amenazas previas, las irregularidades en la investigación y su incansable lucha por justicia.
Un golpe que cambió todo
Oscar Ramasco no logra encontrar consuelo. La tragedia que azotó a su familia continúa dando vueltas en su cabeza: su hijo Lautaro, de 32 años, fue encontrado gravemente herido en inmediaciones de la Avenida Tavella. Tras días de agonía, el 14 de diciembre Lautaro Ramasco falleció.
Según el relato de Oscar, lo que la policía inicialmente describió como un “accidente de tránsito” no fue tal. “El médico me dijo que tenía el cráneo partido en dos centímetros, le produjeron un golpe, no fue producto de un accidente”, afirma con una mezcla de dolor y frustración. Las pruebas, como la ventanilla de su hijo medio abierta y el golpe en la cabeza, apuntan a otro escenario. Para él, “fue todo una maniobra”.
La duda que persiste
Desde aquel trágico día, Oscar no ha dejado de buscar respuestas. La investigación avanza con lentitud, y las pruebas en su contra parecen acumuladas, pero la impunidad del supuesto agresor, el periodista Gustavo Vaccarella, sigue siendo un enigma. “Mi hijo fue golpeado y pateado, y mis nietos me contaron eso”, relata Oscar, quien asegura que su hijo nunca se percató del peligro inminente que representaba Vaccarella. Las amenazas previas y los insultos, que ya fueron denunciados, parecen haber sido ignorados, tanto por las autoridades como por los medios.
El dolor de la espera
El dolor de Oscar no solo radica en la pérdida de su hijo, sino también en el vacío que siente debido a la lentitud de la justicia. “Llevo casi 18 días sin poder dormir, me la paso esperando a Lautaro y no va a llegar. Se nos acortó la vida”, lamenta. La familia Ramasco busca respuestas mientras su vida se tambalea. En su casa, el dolor es palpable: “La verdad que ya no quiero vivir, es imposible vivir así”, expresa Oscar entre sollozos. Y mientras tanto, el sospechoso sigue caminando libremente.
Los avances que no llegan
La investigación ha tocado puertas, pero nada parece avanzar con rapidez. Las amenazas de muerte que Lautaro recibió en días previos a su muerte, las denuncias que se hicieron, y las cámaras de seguridad que podrían esclarecer el caso están siendo ignoradas. “¿Cómo el CIF no se dio cuenta de que no fue un accidente?”, se pregunta Oscar, quien además revela que el día del allanamiento a la casa de Lautaro, los policías se llevaron todas sus pertenencias, incluidas sus computadoras, sin brindarles información sobre lo que estaba sucediendo con la investigación.
La incertidumbre se acumula, y Oscar teme que haya complicidad de los medios y la justicia para proteger a Vaccarella. “Los medios callaron la primera semana, y luego empezaron a salir tímidamente. Algo tienen que saber, porque ahora este hombre sigue haciendo televisión como si nada”, asegura Oscar.
Una marcha por justicia
Mientras el caso se maneja con cautela, Oscar ha decidido alzar su voz para hacer oír el clamor de su hijo. El próximo paso será una marcha en el centro de Salta, en la que espera que los salteños lo acompañen a exigir justicia. “Quiero convocar a la mayoría de la gente para marchar. Mi hijo era sano, vivía para su familia y sus proyectos. Él no se merecía esto”, concluye Oscar, quien pide que la justicia finalmente tome el caso con la seriedad que requiere.
La búsqueda de justicia de Oscar Ramasco no se detiene, y con cada palabra se hace más urgente que se esclarezca lo ocurrido con Lautaro.
