El emblemático actor, que luchaba contra una enfermedad degenerativa, falleció tras una internación por neumonía.
Este martes, a los 84 años, se apagó una de las figuras más queridas y talentosas del humor argentino. Antonio Gasalla dejó un vacío irremplazable en el corazón de sus seguidores y en el mundo del espectáculo, luego de enfrentar un prolongado deterioro de salud, que incluyó una grave neumonía y la demencia senil que lo aquejaba. La noticia de su partida fue confirmada por su amigo cercano, el productor Carlos Rottemberg.
A lo largo de los años, Gasalla se destacó por su capacidad única de interpretar personajes inolvidables, como Mamá Cora en Esperando la carroza y La Empleada Pública, figuras que hoy son parte del ADN cultural argentino. Aunque su último tiempo estuvo marcado por su retiro en un centro de rehabilitación, su legado sigue vivo, en especial a través de su humor afilado y su crítica social que desafiaba la hipocresía.
Amigos cercanos como Marcelo Polino lo recordaron con dolor, destacando su evolución en la enfermedad, donde ya no podía caminar ni reconocer a sus seres queridos. Sin embargo, el impacto de Gasalla trasciende las adversidades de su salud, y su influencia sigue vigente en cada risa y reflexión que dejó en los escenarios y la pantalla.
La ausencia de Gasalla fue especialmente notoria en la reciente entrega de los Premios Carlos, donde su hermano recibió un galardón honorífico en su nombre, destacando el legado que el actor dejó a la cultura argentina. En palabras de Polino, «su talento y su inteligencia no pudieron evitar que la enfermedad se llevara todo». Sin embargo, su humor continuará resonando en generaciones futuras.