Con la llegada de agosto, el norte argentino se viste de humo en una danza ancestral de devoción a la Pachamama. Cada primero del mes, la tradición manda realizar el sahumado, un ritual sagrado que limpia y purifica los hogares. Sin embargo, este año, el sacro incienso ha sido alcanzado por el incesante abrazo de la inflación, elevando sus precios a niveles inesperados.
En el mercado San Miguel, epicentro del comercio ritual, los sahumerios se han transformado en un bien de lujo. Los sahumerios más modestos, aquellos que el año pasado se podían conseguir por $100, ahora demandan $500. Los ejemplares medianos, con sus combinaciones de siete poderes y demás elementos esotéricos, ascienden a $5.000, mientras que los más elaborados superan los $13.000, un lujo para el bolsillo de muchos.
Los costos no se detienen en el incienso. Las serpentinas, antes a $200, hoy se venden a $400 cada una, y el papel picado ha escalado de $500 a $2.000 por 100 gramos. Para quienes prefieren la autosuficiencia, los ingredientes para confeccionar sahumerios en casa también han visto un aumento: el carbón a $3.000 la caja de 36 unidades, los billetes a $1.000 por 100, y la coca a $500 por 25 gramos.
Entre las alternativas al sahumado, la caña con ruda se erige como otro ritual venerado. Esta infusión, que para los guaraníes era medicina contra parásitos y malestares, hoy se cotiza a $800 por 100 gramos, y el kilo alcanza los $7.500. Con el tiempo, este brebaje ha trascendido sus usos medicinales para convertirse en un amuleto contra la mala suerte y la envidia.
El sahumado, ya sea preparado en casa o adquirido en el mercado, es distribuido por cada rincón del hogar, desde el punto más alejado de la entrada hasta el corazón de la vivienda. Al concluir el ritual, las ventanas se abren para dejar que el aire lleve consigo las malas energías, y los restos del sahumerio se depositan en la tierra, cerrando el ciclo de esta tradición milenaria.
