En el entramado de corrupción que asfixia a Salta, la figura del ex intendente de Campo Quijano, Manuel Cornejo, emerge como un símbolo de un sistema profundamente arraigado. Condenado el pasado 5 de julio a seis años de prisión por malversación y el incumplimiento de deberes públicos, Cornejo no encuentra tregua en su batalla judicial. Mientras cumple su condena, nuevas sombras se ciernen sobre él, revelando un complejo mosaico de irregularidades aún no resueltas.
La fiscal Ana Inés Salinas Odorisio, la mano firme detrás de la Unidad de Delitos Económicos Complejos (UDEC), enfrenta un terreno minado. “La corrupción está tan naturalizada que, a menudo, resulta casi invisible para quienes deberían denunciarla” afirmó la fiscal. «Este fenómeno, sostiene, distorsiona la percepción pública y obstaculiza la cooperación de los testigos, quienes a menudo se encuentran enredados en el mismo sistema que critican.»
El desafío se intensifica cuando se trata de testimonios sobre favores políticos que, lejos de ser vistos como un incumplimiento de deberes, son percibidos como simples gestos de cortesía. “Las personas interpretan los favores como un acto de bondad, no como un deber ineludible de la función pública”, explica la fiscal, subrayando cómo esta mentalidad difumina la línea entre el servicio y la corrupción.
Actualmente, Cornejo enfrenta dos investigaciones adicionales, cada una ligada al peculado y mala administración. Una de estas proviene de la Auditoría General de la Provincia, mientras que la otra se origina en hechos más recientes y flagrantes. “Estamos en la etapa final de estas investigaciones”, asegura Salinas Odorisio con una mezcla de determinación y esperanza.
El camino hacia la justicia en Salta es arduo y lleno de obstáculos. A pesar de la condena previa, el caso Cornejo continúa siendo un campo de batalla en la lucha interminable contra la corrupción. La fiscal advierte que se requiere no solo perseverancia, sino también un enfoque que comprenda la complejidad de estos delitos. “Es esencial recabar y procesar la información con una perspectiva que se ajuste a la naturaleza particular de estos casos”, concluye.
En esta lucha constante, Salinas Odorisio no solo está desmantelando un caso, sino también enfrentando una cultura profundamente enraizada de corrupción, donde la justicia, aunque lenta, busca abrirse paso.
