Con sus raíces en la Alemania del siglo XIX, el bandoneón se erige como un aerófono distintivo, accionado por un fuelle y ejecutado con maestría en ambos extremos. Este instrumento, inicialmente concebido como un órgano de iglesia portátil por Heinrich Band, ha evolucionado desde sus inicios como una variante de la concertina inglesa, transformándose en una pieza fundamental en la música popular argentina.
El 11 de julio se celebra el Día Nacional del Bandoneón en Argentina, fecha coincidente con el nacimiento de Aníbal Troilo en 1914, un ícono indiscutible del tango argentino. Conocido como «Pichuco», Troilo fue célebre por su habilidad en el bandoneón y su capacidad para innovar en los sonidos del tango, liderando algunas de las orquestas más emblemáticas de su tiempo.
Troilo acompañó a legendarias voces del tango como Roberto Goyeneche y colaboró con Astor Piazzolla, contribuyendo significativamente a la expansión global del tango argentino.
El Congreso de la Nación Argentina, en mayo de 2005, oficializó el 11 de julio como el Día Nacional del Bandoneón mediante la Ley 26.035, honrando así el legado de Troilo y la importancia cultural de este instrumento en la identidad musical del país.
Durante su prolífica carrera, Aníbal Troilo compuso más de 60 obras notables, incluyendo clásicos del tango como «Sur», «Toda mi vida», «Responso» y «Romance de barrio», que perduran como testimonio de su genialidad artística y su profundo impacto en la música argentina.
El bandoneón, con su sonido melancólico y su capacidad de expresar las emociones más profundas, continúa siendo una pieza esencial en el corazón del tango, recordando a cada compás la pasión y la tradición que representa para la cultura argentina.