El hombre, de unos 80 años, no era conocido en el barrio y desapareció entre los pasillos tras el atraco.
La rutina de cierre en una dietética del barrio Sargento Cabral se convirtió en una escena digna de guion cuando un hombre de entre 70 y 80 años ingresó al local y, tras pedir un “préstamo”, sacó un arma y exigió la recaudación. Valentina, la empleada presente, pensó que se trataba de una broma, hasta que el supuesto jubilado mostró el arma y exigió el dinero de la caja.
El asaltante, con calma y sin levantar sospechas previas, se llevó alrededor de $220.000 —$15.000 de la recaudación y otros $200.000 correspondientes a pagos de proveedores—. “Me dijo que no me iba a hacer nada, pero insistía con que le diera todo”, relató la joven, aún en shock por la situación y el inesperado perfil del ladrón.
Cuando el asaltante bajó la guardia, Valentina logró escapar y pidió ayuda en una verdulería cercana. Algunos vecinos intentaron perseguirlo, pero el hombre logró perderse entre los pasillos de la calle Lavalle. Nadie logró alcanzarlo ni reconocerlo: no era un vecino, ni un cliente habitual.
El hecho, que quedó registrado por las cámaras del local, ya es investigado por la policía. Mientras tanto, en el barrio no se habla de otra cosa: un robo a mano armada ejecutado por un anciano que, contra todo pronóstico, logró desaparecer sin dejar rastro.